Las moléculas que recoge el estudio son de tres tipos:inhibidores, imitadores y bloqueadores. Las primeras, como el hexanol, inhiben los receptores de CO2 de los mosquitos. Los inhibidores, como la 2-butanona, imitan al dióxido de carbono y podrían usarse como cebo. Finalmente, los bloqueadores como la 2,3-butanodiona"ciegan" a los insectos al provocar una activación ultra prolongada de las neuronas sensibles a este gas. "Estas sustancias ofrecen ventajas como potenciales herramientas para reducir el contacto entre humanos y mosquitos y pueden conducir al desarrollo de una nueva generación de repelentes de insectos", sugiere Anandasankar Ray, profesor ayudante de entomología de la Universidad de California (EE UU) y autor principal del estudio.
Para probar la efectividad de las moléculas bloqueadoras, los científicos liberaron hembras de Culex quinquefasciatus –vector de la filariasis– en un invernadero dividido en dos cabañas que también contenían trampas emisoras de dióxido de carbono. A continuación, introdujeron con un ventilador una mezcla de cuatro olores de duración ultra prolongada solo en uno de los espacios. En esa cabaña, "la mayoría de los mosquitos quedaron bloqueados por la mezcla de olores y su comportamiento sufrió anomalías, por lo que no fueron capaces de detectar las trampas de carbono", explica Ray. En la otra cabaña el comportamiento de los insectos no se alteró y consiguieron llegar a la trampa de CO2.
Subido por: Rafael Navarro Soto
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