lunes, 28 de marzo de 2011

El cansancio físico no afecta a nuestras estimaciones mentales sobre el grado de inclinación de una pendiente

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Dennis Shaffer.


La gente tiende a sobreestimar el grado de inclinación de las pendientes, y unos psicólogos han hecho ahora un descubrimiento sobre este fenómeno que refuta la hipótesis más aceptada sobre cómo percibimos en general las pendientes.

Durante más de una década, los científicos creyeron que la fatiga o el miedo a caer alteraba nuestras valoraciones sobre el grado de inclinación de las pendientes. Subir o bajar por una colina (y no digamos una montaña) es una tarea que percibimos como difícil o incluso peligrosa, así que, según esa hipótesis, cuando miramos una pendiente, el esfuerzo físico que calculamos que deberemos hacer para llegar arriba, o el peligro que suponemos que entraña subir o bajar por ella, perturba nuestra valoración del grado de inclinación de la pendiente.

En su reciente estudio, el equipo de Dennis Shaffer y Mariagrace Flint, de la Universidad Estatal de Ohio, campus de Mansfield, ha comprobado que las personas tienden a sobreestimar la pendiente de las escaleras, tanto si son fijas como mecánicas, caso éste último en el que, obviamente, subir por ellas no requiere de ningún esfuerzo.

Para el estudio, se pidió a 200 transeúntes que juzgaran el ángulo de una escalera fija en el campus, mientras que a otros 200 se les pidió que juzgaran el ángulo de una escalera mecánica en una tienda de Mansfield. En cada caso, 100 personas vieron el ángulo de inclinación desde arriba, y 100 desde abajo.

Como promedio, la gente siempre sobreestimaba la pendiente en 18 ó 19 grados extra, independientemente de si estaban mirando la escalera fija o la escalera mecánica, desde arriba o desde abajo. La pendiente real de la escalera fija era de 25 grados, y la de la escalera mecánica era de 30 grados, pero la gente las juzgó como promedio de 44 y 48 grados respectivamente.

A pesar de la constancia de ese error de percepción, Shaffer sostiene que es posible que la gente aprenda a juzgar con más precisión las pendientes. Un ejemplo de ello que Shaffer esgrime es el de que las personas que por su oficio trabajan en situaciones en las que deben hacer cálculos mentales precisos de pendientes, como por ejemplo los albañiles techadores, éstos sí suelen ser precisos en sus estimaciones a ojo, tal como él ha comprobado.


                                               Subido por: Kevin Sanchez Alvarez

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