Un estudio basado en escaneos cerebrales revela una diferencia sutil pero significativa entre las personas obesas que no comen de manera compulsiva y las que sí lo hacen. En las personas que sienten impulsos irrefrenables de darse atracones, la simple visión o el aroma de sus alimentos favoritos les provoca un aumento significativo en los niveles de dopamina, una sustancia química cerebral vinculada a la motivación y a la sensación de recompensa, algo que no les sucede a las personas obesas que no comen de manera compulsiva.
Este hallazgo, hecho por el equipo del Dr. Gene-Jack Wang, del Laboratorio Nacional estadounidense de Brookhaven y la Escuela de Medicina Monte Sinaí en Nueva York, sugiere que este pico de dopamina puede desempeñar un papel importante en el mecanismo responsable de esa forma compulsiva de comer.
En estudios anteriores sobre personas sanas y de peso normal a las que se privó de comida durante 16 horas, se constató que la liberación de dopamina estaba significativamente correlacionada con los niveles de hambre, y de apetencia hacia alimentos, que confesaban sentir.
En estudios previos, el equipo de Wang ya identificó un aumento similar de los niveles de dopamina en drogadictos cuando les mostraban imágenes de personas tomando las drogas que ellos solían consumir. En esos estudios también se observaron otras similitudes neuroquímicas entre la drogadicción y la obesidad, incluyendo el papel de la dopamina en el anhelo de drogarse o en el de darse un atracón de los manjares favoritos.
En el estudio actual, se examinó a 10 personas obesas con un diagnóstico clínico de trastorno compulsivo de la alimentación (es decir, que sentían impulsos irrefrenables de darse un atracón), y 8 sujetos obesos que no padecían ese problema. Y se logró comprobar, mediante escaneos cerebrales efectuados usando tomografía de emisión de positrones, que las personas obesas con tendencia a comer de modo compulsivo mostraban respuestas condicionadas más fuertes ante los estímulos alimentarios en comparación con los sujetos obesos que no comían compulsivamente.
Conocer lo bastante a fondo los mecanismos neurobiológicos subyacentes en la estimulación alimentaria podría abrir nuevos caminos hacia el desarrollo de tratamientos con los que ayudar a personas aquejadas de trastornos de la conducta alimentaria a regular su comportamiento ante la comida. Subido por: Kevin Sanchez Alvarez
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