Mientras las estrellas son jóvenes, están rodeadas por discos de gas y polvo, y crecen absorbiendo material de estos discos mediante el proceso de acreción. Los discos se pueden fragmentar, lo que conduce a la formación de estrellas más pequeñas, planetas y enanas marrones. Éstas últimas son objetos de mayor masa que los planetas, pero no la suficiente como para convertirse en estrellas.
Las estrellas jóvenes pasan "durmiendo" la mayor parte de su "infancia". Después de tomar su "almuerzo", que consiste en una gran porción de polvo y gas de sus discos, echan una "siesta" que dura unos pocos miles de años. Durante esta siesta, su brillo es muy bajo.
Mientras "duermen", sus discos crecen en masa, pero siguen siendo relativamente fríos, a pesar de la presencia de las estrellas en sus centros. Con el tiempo, estos discos se vuelven inestables y se fragmentan, formando planetas, y a veces también enanas marrones e incluso estrellas pequeñas.
Hasta no hace mucho, las investigaciones sugerían que la radiación de la estrella madre podría calentar y estabilizar el disco. Sin embargo, Dimitris Stamatellos y Anthony Whitworth de la Universidad de Cardiff, y David Hubber de la Universidad de Sheffield, ambas en el Reino Unido, han descubierto que hay un largo lapso de tiempo entre las fases de gran actividad, lo que al disco le permite fragmentarse y dar a luz a una nueva generación de estrellas de baja masa, enanas marrones y planetas.
La nueva teoría proporciona una explicación para la formación y las propiedades de las estrellas con masas por debajo de una quinta parte de la de nuestro Sol, que se estima que constituyen más del 60 por ciento de todas las estrellas en nuestra galaxia.
Subido por: Kevin Sanchez Alvarez
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